De galileo

Mi animal doméstico favorito son los hurones, son rollos de pelo y cielo con instinto para aplicar la técnica cocodrilesca de morder y girar, los adoro n_n, pero en estos momentos de la vida me niego a tener mi manada de hurones, ya llegará el momento y tendrán un amigo gato, ahora lo sé.

La primera vez que escuché ronrronear un gato, fue en realidad una novia que amaba los gatos, pero era alérgica a ellos, y decía ronrronear cuando estaba muy feliz, alguna vez hizo eso junto a mi y yo angustiado le pregunté si se estaba ahogando... en mi mente los gatos ronrroneando sonaban como purrrrrr, no grrrrrrrrrr (guturalona la cosa), sobra decir que mi ex nunca volvió a sonar como gato x_x. Pero escuchar ronrronear a un gato verdadero transmite un vasto sentimiento de alegría, siendo seres tan huraños, demuestran su calidez de pocas maneras y cuando ronrronean es algo que atesoro ahora.

Para mi, los gatos eran seres mitológicos adorados por los egipcios, emperadores del Internet, acaparadores de camas enteras, usureros de la libre voluntad de sus humanos, y así, todo a cambio de algunos eventuales acercamientos con sus dueños, ni qué decir de los extraños, esos no merecen compartir ni el aire que respiran, ese tipo de impresión tenía de los pocos gatos que había conocido en mi vida, pertenecientes a humanos subyugados por su felino poder que ocasionalmente visitaba. 

Pero no podía estar más equivocado, era sólo cuestión de no haber convivido con los gatos adecuados o el tiempo necesario para que agarren confianza, y me di cuenta de eso cuando, durante una temporada, los gatos callejeros se me acercaban y se dejaban acariciar, por supuesto, les daba su espacio y permitía que se familiarizaran primero con mi aroma, después ellos frotaban su cabeza contra mi mano, sin saberlo, me les acercaba de la manera correcta, en esos meses sucedieron varias coincidencias. Kari, quien siempre ha sido amante de los gatos, pero tenía un tiempo sin que los felinos llenaran su ropa y su corazón de pelito, al fin se sintió lista para volver a tener rasguños en sus brazos; al tiempo que una persona cercana a la familia rescató a una bonita gatita que resultó estar embarazada, por lo que terminó adoptando a la gatita y a los 4 gatitos que nacieron después, más los otros 2 que ya vivían ahí O_o. Los 4 gatitos bebés eran muy unidos y el dueño sólo iba a permitir que se fueran dos juntos, pero cuando fuimos por ellos, fue imposible separarlos de su ya formada familia, por lo que Kari se quedó sin gatitos, pero unas semanas después se concretó una visita a un albergue felino cerca de mi casa (esta es su página), donde se aseguran que el gatito termine en buenas manos. A cambio piden el pago de una de sus vacunas e insumos de limpieza o alimenticios para mantener el albergue, para dos personas que se hacen cargo de por lo menos 100 gatos de todas las edades, me parece un intercambio justo.
Galileo casi recién llegado, parecía una ardilla rasguñadora.
Galileo pasó junto a mí al entrar a su sala, me llamó la atención de inmediato por su cola levantada y esponjosa, había unos 15 gatos que nos habían juntado de acuerdo a lo que buscábamos (negro, 3 a 4 meses, sociable y gustoso de estar acompañado), los gatos negros resultaron demasiado energéticos y al final Kari decidió entre Galileo y otro pequeño gato gris muy juguetón, el segundo iba a la delantera, por que era un poco más joven y tal vez se acoplaría mejor al perro que iba a hacerle compañía, pero Galileo había sufrido quemaduras antes de ser rescatado y era más grande que los demás, por lo que era menos probable que fuera elegible, así que coincidimos en que sería más bonito darle un hogar al que menos lo esperaba, y no nos arrepentimos.
Cuando no anda brincoteando por la vida, es bien fotogénico el canijo.

Galileo es el mejor gato del mundo, al llegar tenía algunos piojillos, una enfermedad respiratoria, costras que se sentían al acariciarlo y lugares donde el pelo no le crecía (no culpo de ningún modo al albergue, su destino pudo ser mucho más fatídico sin su intervención), el veterinario nos ayudó a ponerlo chido, en realidad es bastante sano y fuerte; y poco a poco todos sus padecimientos desaparecieron.

La esponjosidad de su cola ya es proporcional a su tamaño, y seguido la coloca como si fuera un coatí.
Un poco más de 6 meses después de haber llegado a nuestras vidas es un gato de suavidad que la seda envidia y una mirada inocentemente infantil capaz de derretir el hielo de los traidores en Judeca. Todos los que lo conocen no pueden evitar sonreír al estar en su cercanía.

¿Miau? ¿Y mi mamá?
Como todos buenos dueños al principio lo llenamos de juguetes que, hasta eso usa en su mayoría, pero le gusta sobre todo perseguir pelotas pequeñas, ya come alimento con proteína de carne y no harina derivada de productos secundarios de pollo o res.

Hasta pa dormir se ve todo tierno.
A veces se detiene en plena persecución juguetona para lamerse 2 ó 3 veces su pata o el pecho, no le gusta andar desaliñado por la vida.
Recreando cierta escena de El Resplandor. "Estúpido, déjame entrar, idiota"
No le gusta estar solo, pero tiene suerte de que en realidad queremos estar con él todo el tiempo, que se pele ya no e nuestra culpa, pero es nuestra responsabilidad hacerle tanta compañía como el nos hace a nosotros, y está chido, es en estos momentos que uno se da cuenta que era verdad cuando los papás decían que aplicar la chancla les dolía más a ellos que a nosotros, quién puede no sentir feo cuando ve unos ojos como éstos:
Y así sin darme cuenta, me convertí en el que tiene su cámara llena de fotos de su gato.

Daniel Castillo

1 comentario:

No importa que el post sea viejo, igual lo leeré: Que se manifieste lo que se quiera decir n_n

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