Sendas Mentales

Pues si, hoy toca Miércoles musical, pero aconteció un evento de fuerza mayor que me impidió preparar el post. Normalmente uso una parte de mi extenso horario laboral para redactar mis posts... hasta el Lunesn. Al llegar a mi computadora descubrí que todas las páginas que tenía abiertas (varías tenían que ver con blogs o wikipedia) estaban rotas, me di cuenta de que sólo yo tengo ese bloqueo tan intenso ¬_¬, pero aunque me haya tardado media semana, pa todo hay solución (aunque sea intermitente ;P).

Haciendo a un lado eso, el Lunes ya tenía planeado hablar de algo, por lo que lo haré ahora: Últimamente los fines de semana me la paso en la calle jugando Ingress, y cuando iba jugando cerca del monumento a la madre, se manifestó una turba de aficionados a las luchas libres Fue bien curioso, ver a tanta banda disfrazada, unas 200 personas tal vez, que al parecer anduvieron por el metro promoviendo el apoyo a tal deporte.

Cuando era niño, los Domingos mi abuelita solía hacer pancita (en otros lugares le llaman menudo) porque a mi abuelito (el mejor ejemplo de moral y fortaleza que he conocido) le gustaba; ese hombre merecía todo lo que pidiera :'). En ese entonces era medio quisquilloso para comer (a la fecha aún evito comer cualquier cosa del reino fungi), pero tal vez porque le gustaban a mi abuelo, la pancita y el hígado siempre me han gustado, a mucha gente le dan ñáñaras, pero no a mi :O. A veces es difícil encontrar un lugar donde la pancita les quede chida. En toda familia mexicana la frase "esta bueno, pero no sabe como el de mi abuela" refiriéndose a la comida, es una constante. 

Todo ese choro viene a que cuando me comía mi pancita los Domingos por la mañana solía ver las luchas porque era lo único no aburrido que había en la tele, siempre me parecieron una exageración, no entendía cómo con un par de esos antebrazasos se podía tirar a semejantes animalotes, pero me caía bien el Superporky. Ahora lo veo como que, si bien, parte de la lucha es teatro y parte son peleas, el fin es entretener a la gente, y así se logra. En el caso de las luchas gringas es diferente... nunca me han llamado la atención, porque les han dado un enfoque de telenovelas, llenas de jaladas que se supone que les pasa a los luchadores en su "vida diaria", curiosa y oportunamente grabado para el deleite de sus fans; puras patrañas.

Aunque ya no las vea, las luchas mexicanas me parecen más auténticas en el sentido del entretenimiento que ofrecen, no son tan forzadas... hasta son folclóricas, con un significado tras las máscaras y las características que identifican a cada luchador; es por eso que cuando vienen los extranjeros, llevarlos a ver las luchas en las decadentes arenas donde las obscenidades vociferadas saturan el ambiente y la botana de cantina acompaña a la cerveza, es una experiencia digna de llevarse de México, es poco probable repetirla en otro sitio. Las luchas gringas son una exageración tal que ya ni siquiera la parte de los combates es creíble, puro glamour y es una pena que haya tanta gente que las prefiera antes que las mexicanas. Mejor apoyar las locales, que además están más chidas.