De un Domingo cultural

Ayer fracasé junto con una amiga (y asidua lectora), en ver la exposición ésa de la china japonesa en el museo Tamayo. La fila era larga y siseante como la muralla china, otro intento se hará por verla, próximamante. Como el plan original fue frustrado, terminamos en el museo de antropología, ése, al que de morros nos mandaban a todos a gastar medio día copiando en un cuaderno de apuntes (creo que los chamacos actuales sólo le toman foto con su celular, o recurren a wikipedia) la aburrida información de las placas junto a las piezas más llamativas del museo.

Había una bonita exposición sobre los códices, cuando iba a ese museo como morro, me aburría demasiado, pero creo que desde hace algunos años, los responsables se esmeran por hacer más lúdicas y didácticas las exposiciones, incluso museos enteros (como el MIDE o el MUAC). 

Me gustó este muralillo, tradicionalón.
El contenido de la exposición es sobre los vestigios que quedan de antiguos mexicanos, las placas hablan de los materiales, el contenido del códice y de las peripecias que sufrió a lo largo de los siglos, muy ilustrativo. Hay una sala con videos explicativos cortos y significativos, otra más con animaciones, memoramas y explicaciones en tablets, los actuales morros no las soltaban, estoy seguro que es la manera correcta de motivar el interés por la historia y el arte, que de otro modo son difíciles de provocar en gran parte de la juventud. No soy experto, y seguro faltaron muchos códices retenidos por museos o coleccionistas extranjeros, pero para mi, la exposición cumple su objetivo con el hecho de despertar la curiosidad por saber más de nuestro pasado.
Cuahcoatzin: Muy venererable señor serpiente; eso chingao, que bonitos nombres. Ahora con los Brayans y los Kevins, me pregunto ¿Dónde vamos a parar?.

De paso descubrí que al pobre Lorenzo Boturini le fue medio de la patada por su afición ilegaloide (pero de buena fe) por reunir códices y poder así relatar la historia de las culturas prehispánicas, muchos de los códices en la exposición formaban parte de la colección que le confiscaron; también hay códices que fueron resguardados por comunidades indígenas hasta finales del siglo pasado, hasta que el INAH supo de ellos, por lo que, seguro hay muchos más por ahí ocultillos O.o. Hay aprendizaje para todas las edades, garantizado.
Guerrero Jaguar-acá-vato-bájale-al-filo-de-la-obsidiana-de-tu-Macahuitl, o verás.
Por primera vez compré algo en la tienda de un museo, unas bonitas barajas con dioses y números prehispánicos, ni juego, pero no estarán de más durante algún juego de esos para beber que impliquen cartas. También había carteras con el códice del papalord 8 Venado Garra de Jaguar (@sus fans: calma, calma, estoy seguro de que hay suficientes para todos), termos y pads para mouse del nopal genealógico de Azcapotzalco, imperdible.
 
Algunas cartas de la baraja prehispánica. Será regalo para mi prima que estudió y vive de la arqueología.
Lo malo:
Cuando mi mamá me llevaba al museo, de morro, me compraba un chicharrón con salsa, crema y limón, mientras veíamos a los voladores de Papantla (que años aquellos). Los chicharroneros de hoy en día ya no respetan el oficio, ya no le ponen crema a su producto estrella, perdieron un excelente cliente en mi, sólo conozco unos por Satélite donde aún les ponen crema, como debe ser.
 

Daniel Castillo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

No importa que el post sea viejo, igual lo leeré: Que se manifieste lo que se quiera decir n_n

Instagram